05 diciembre 2007

La secu

Mientras dormitaba camino a casa (en mi asiento del bien democrático autobús) vi subir a los chicos de la Fed 4, una secundaria con historia en Jalapa. El caso es que la escuela no importó tanto sino una de las niñas que muy relajadamente le pregunto a otro niño -de la misma escuela- un ¿Cómo te llamas? El respondió y ella sonrió y se dirigió al final del camión. Esa simple acción me recordó a mis tiempos en la secundaria.

Aquellos en los que el camino de regreso a casa se convertía en un griterío de chámacos y chámacas que "echando relajo" aprovechábamos para chingar a alguien... Pero esa niña que no tenía nada de "zorra" y todo lo de niña buena onda, amiga de todos, me trajo a la memoria a Susana, amiga de todos y si, bastante, bastante zorrita :D Ella era el ejemplo de la chica aventada que no le daba pena absolutamente nada. Yo le conocí muchas cosas, pero la más cañona fue cuando se le acabo esa actitud temeraria y cayó presa de un pendejete cualquiera que supuestamente intento suicidarse para retenerla.
Yo siempre voy a creer que ese tipejo es lo peor del mundo.
Hace un tiempo la vi, justo cuando viaje a Poza Rica y tuve que ir al centro, cruce los campos y llegué a una avenida principal. Me detuve en la parada del bus y una chica que estaba ahí me sonrió, yo no respondí pero advertí que quería hablarme, se rió y me dijo: Ya no te acuerdas de mi! Soy Susana.
¿Cómo estás? .... ? ...? Ya tienes bebe?
Sorprendida por tantos cambios y obviamente dando las respuestas a sus preguntas, no pude evitar verla de arriba abajo. Ese hombre se comió su vida.
De ser lanzada, se volvió una chica "más recatada" una mujer casada! Que engordó por tomar anticonceptivos, dejó de ser esa niña que cuidaba tanto de sí, que ocultaba su inseguridad, para ser, para ser la esposa de un wey que nunca la dejará ser una mujer como la debemos ser cualquiera de nosotras. Yo que siempre fui "más centrada" me fascinada su valor y espontaneidad. Hoy que vi a la niña, repetí lo mismo: Me hubiera gustado ser así.
Pero a mi me educaron con mano muy dura, los tapujos que me he quitado, me doy cuenta, todavía son pocos.

Como siempre pasa, las mujeres con el tiempo nos quitamos los amarres. Yo espero que los de ella no duren más años.

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