17 septiembre 2007

Borrador; titulo: Notas

La historia se da en un mundo de pos guerra, algo paso, algo muy raro, las cosas cambiaron, yo soy una niña y soy 3 a la vez, la niña, la bruja (abuela) y la madre, pero solo una en cada momento determinado, es decir cuando no está alguna de las otras. Hay tres hombres significativos, los dos vendedores, el padre, pero sólo uno heroico, otro limpiador y un grupo de niños.

El lugar es lo que parece una escuela abandonada, casi siempre oscura, solo iluminada por la luz exterior que nunca es clara, siempre es una luz fría. Una sola visita a fuera desencadena la trama, la niña de unos 7 años va con un vestido de color turquesa, tiene unas mallas pequeñas y zapatos negros de correa, un suéter blanco amarrado a la cintura. Ella va acompañada de la bruja, una mujer ya anciana que viste muy parecido a ella solo que apropiado a su edad, a diferencia, ella se cubre con un chal gris y usa lentes cuadrados, sus cabellos son canosos y los sostiene con un chongo mal formado. La bruja lleva a la niña con los vendedores de semillas, para a niña es una botana, son semillas que revuelven con otros ingredientes y una salsa roja para aderezarla, la preparación es minuciosa y la sirven en la cáscara dura de una fruta partida a la mitad. El vendedor mas joven le da el mensaje, la niña aparece en el bosque con un grupo de amigos de su edad. Ellos ven las señales de la bruja del bosque, una bruja diferente a la anciana, ésta, es una mujer sin cuerpo, es una luz verde que les muestra varias figuras: un Pegaso, un hongo y varios duendes. La niña regresa con su madre y la abuela parece tener mucho tiempo de estar ausente; algo ocurre, algo desconcertante, por su seguridad ella tienen prohibido entrar a ciertas habitaciones de la escuela donde están recluidas. Ellas entran, la madre y la niña, junto, un chico de lentes que tendrá que buscar como salvarlas sin ser vistos… porque ser vistos significa ser muertos en el acto. El cuarto es oscuro, solo las rendijas de la puerta transportan un poco de luz, cuando los ojos se adaptan a la oscuridad logran ver sillas y objetos tirados, ellos entre ellos escobas viejas, baldes de agua y trapos sucios. Sólo hay una ventana a lo largo de la pared y otra puerta más, una por donde nadie pasa. Tienen que mantenerse agachados para no ser vistos, aunque las pocas personas que transitan ya no advierten el cuarto, mucho menos husmean por el vidrio.

El chico, el héroe, tiene como 27 años, viste como su fuese un profesionista informal o un profesor de ciencias, su cabello es lacio y un tanto largo, también usa anteojos y zapatos limpios, que se percuden con lo sucio del cuarto. El se da cuenta que hay quienes tienen acceso a esa habitación, pero son simples limpiadores, unos que en raras ocasiones están presenten en la escuela-reclusorio. Pero si ellos advierten su presencia será desastroso. Por un pasillo casi imperceptible parece uno de estos limpiapisos, la disyuntiva, es si lo ataca para avanzar sobre el pasillo o sigue escondido. La niña sabe que no debe atacarlo, de primera instancia, lo dejan ir y venir, hasta que abandona el sitio, después la niña sale de su escondite y se acerca a una trapo que sabe, contiene algo en importante, de ella emana el mismo humo verde que vio en el bosque. El trapo cubre su bola de cristal, tan pequeña como una canica, y oscura… la bola esta muerta y algún día tendrá que revivirla, pero hoy, hoy no es el momento, hoy sólo debe tomarla y guardarla en sus ropas.


El resplandor atrae intuitivamente al limpapisos, que ya se había alejado, pero reconoce una situación anormal, antes que el humo verde desaparezca por completo, la niña tiene la visión de su abuela, la ve como en un pintura, forcejeando contra otros, es ella quien las rescatara, eso debe ser.

Cuando el hombre llega al cuarto, trapeador en mano, husmea el ambiente, el chico, esta alarmado y hace lo más desesperado, toma el mango del trapeador y lo jala en varias direcciones, esto desconcierta al tipo quien ahora baila con su herramienta. El chico se arriesga aun más, en cuestión de segundos abre la puerta y arroja al limpiapisos a fuera. Todo fue muy rápido, pero por la puerta se coló la imagen e un segundo empleado del mismo oficio y el sonido –detención… erta abierta, detención-

Las tres almas contienen el aliento y esperan lo peor. Por lo otra puerta hay una luz naranja muy tenue que enmarca la cara de niños sonrientes que se asoman por el vidrio sosteniéndose sobre la punta de los pies. Los niños sonrientes abren la puerta y le gritan a la niña, -Pronto, ven, ustedes ganaron- Ellos aprovechan la ocasión, los 3 salen corriendo y huyen con los niños, al doblar al siguiente pasillo se encuentran con el padre, que camina y sonríe de los mas normal, a ellas les dirige una palabras –Vamos, les mostraré, tengo una sorpresa- mientras, los niños gritan “Felicidades argentinos, ganaron, ganaron- El padre con mucho orgullo los conduce a otros pasillos mientras ellas deciden actuar normal y nunca hablar de ello, el chico ya ha desaparecido, ese chico que era su padre a los 27, la niña aprieta la bola que guardo en su bolsa y sigue caminando, viendo la espalda de su progenitor, que ahora tiene 58 años y todavía usa el mismo tipo de lentes..
Por fin, el padre, les dice, aquí esta. Se detienen y levanta un vidrio. –Este es mi regalo para ustedes.
En lo que eran miles de cajones metálicos con tubos a manera de jaladeras, el padre trabajo durante mucho tiempo, para poder convertirla en una pauta “mural”, una pauta para piano labrada en metal.

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