Se guarecía de la vida tras una coraza inexpugnable y rechazaba cualquier demostración de afecto que pudiese resquebrajarla. Odiaba ser así, pero ¿cómo podía remediarlo? ¿Tomando un curso de meditación trascendental? Corría el peligro de enontrarse a si misma, cuando lo que más deseaba era pedrse de vista. No, la meditación y el psicoanálisis eran supercherías, trucos de maquillaje para tapar las arrugas del alma (un sorbo de agua pura le quitó el amargo sabor de la boca) y ella necesitaba una restauración completa, un cambio de piel. Eleanore Wharton era un cstal de fobias. ¿Por qué tenía que oír su voz dentro y fuera del espejo?
Amores de Segunda Mano
Enrique Serna.
06 febrero 2008
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2 comentarios:
que bonito te ha quedado el blog, felicidades
buenas reflexiones como siempre, eres una persona inteligente y no es cova
besitos
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semelokertes marchimundui
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